AUDIOCOOKING: MODULAR EN REVISTA JOY
Ceviche musicalizado por Novalima, Arenques musicalizados por The Crepes, Cupcakes musicalizados por MGMT. En noviembre elegimos 10 platos para preparar en casa, maridados con su soundtrack perfecto, invitados por Revista JOY. Podés leer la nota completa aquí.
1. Colita de cuadril a la parrilla. Musicalizado con… Onda Vaga
El grupo argentino que gusta de tocar con el torso desnudo (indumentaria ideal para no dejar olor a vacío y humo sobre las chombas) editó su disco debut, Fuerte y caliente, casi una máxima de cocción para el asado de amigos. Con su onda vaga y relajada, bien dominguera, y su estilo neo-fogón folk muy para cantar en ronda mientras las copas de malbec amenizan la espera.
2. Sushi de salmón. Musicalizado con… Cibo Matto
Dos chicas japonesas, instaladas en Nueva York y con obsesiones por las metáforas gastronómicas, juegos de palabras alrededor de los ingredientes (hits como “Apple”, “Beef jerky”, “Crazy chicken” o “Artichoke”) y buen humor sirven de caótica y ecléctica música de fondo para las múltiples destrezas que se requieren con este plato (grado de dificultad: alto).
3. Fettuccine con salsa beurre blanc. Musicalizado con… Chiara Mastroianni y Benjamin Biolay
Digamos que la combinación es -casi- perfecta, la expresión del Mediterráneo y dos cocinas que el mundo gastronómico se ha permitido «maridar» (qué feo verbo, por Dios, qué feo). Una vera pasta italiana, los auténticos fettuccini al dente con una salsa de espárragos, vino blanco y manteca, calórica y noble como la cocina francesa bien entendida señala. La salsa la inventó por error y azar, como corresponde, la chef francesa Clemente Lefeuvre… La música la ponen el francés Biolay y su bella esposa: ella misma, hija de Marcello y Catherine Deneuve, encarna la mezcla de sutileza y pasión que emana del disco que grabaron juntos. La sensualidad de una pareja compartiendo un momento doméstico a la hora de preparar la cena (el disco, para más, se llama Home). Un chianti para amenizar…
4. Ceviche. Musicalizado por… Novalima
Cuando los arqueólogos o etnógrafos se propongan analizar esta década no se sorprenderán al comprobar que la cocina peruana, la más prestigiosa de América latina, fue el sucesor digno en los años de Chávez, Lula, Bachelet, Tabaré y el matrimonio K, del sushi correspondiente a la era de Miami y los importados baratos. Y el sonido cosmopolatino es, sin dudas, su correlato musical: el conjunto Novalima son justamente cuatro limeños radicados en Barcelona, Londres y Hong Kong que mezclan sus raíces con producción actual (decir “electrónica” sería reducirlo, como llamar cuajada a un yogurt bebible). Como sea, el pescado crudo, curado, condimentado (100% cilantro) lleva una preparación total de media hora, muy poco para semejante manjar, y sirve para degustar cualquiera de los tres discos del grupo. En la preparación, como en la vida, la clave es la prudencia: no abusar del limón, ni dejarlo demasiado tiempo.
5. Arenkes marinados. Musicalizado con The Crêpes
La combinación ideal, dice el manual nórdico, sueco para más detalles, nos habla de cuatro pasos: los arenkes; los pescados fríos y otros fiambres; los calientes y luego, sí, los dulces: allí se luce la pastelería que aunque no es el plato fuerte del smorgasboard es el broche final. Esto sería la degustación ideal pero para eso se requiere la paciencia para la preparación del arenke (uno o dos días previos en remojo): machacar sobre el vinagre con la pimienta, clavo de olor, ciboulette… Para esa tarea, totalmente alejada de la ingesta (luego son dos días más en el vinagre) es importante la dedicación, relajada, atenta: como el proyecto titulado, con nombre gastronómico, The Crêpes que forman Dan Lissvic (de la banda Studio) y Fredrik Lindsson (de la banda The Embassy). La música es de lo más agradable aunque tiene algún toque agrio e intenso, claro, y sirve para confirmar que en la Costa Oeste de Suecia, Gotenburgo y alrededores, se produce buena parte del mejor pop actual. Un verdadero banquete audiolingual sueco. ¿Qué más? Así (What else?) se llama el disco de este grupo.
6. Crème brûlée. Musicalizado por… Serge Gainsbourg REMIXES
El que sabe hacer postres sabe hacer “crème brulée”. Eso dijo Narda Lepes y si no lo dijo debió haberlo dicho. Tan simple como eficaz, sofisticada y gustosa, la crema quemada es una de esas piezas que jerarquizan al buen repostero. Y si el secreto, como siempre que hay huevos es el pulso del batido, qué mejor que el Monsieur Sex para enseñarnos algo. Tradición de chanson francaise, songwriting y remixes -como los de Herbert o Faze Action, en el disco I love Serge- nos muestran la vigencia de un clásico. Cuenta la leyenda que la vieja heráldica usaba la crema quemada como una de las estampas gastronómicas que merecían una huella de fuego.
7. Cupcakes. Musicalizado con… MGMT
Si es cierto que Manhattan está de moda, ni hablar de Brooklyn. De allí son los dos miembros de MGMT, ex Management, y sus soniditos de sintetizador, sus climas épicos, su voces con falsete, no sólo remiten al costado más cool de New York, cruzando el Hudson, sino que traen buena parte del espíritu que se esparce por el mundo. La última tendencia instalada, ya sea en el costado más lúdico de la cocina familiar o en el lado más indie de los entretepreneurs, son las cupcakes: ¡es tan fácil que solo hay que comprar un moldecito! Después, la masa es eficaz como un buen bizcochuelo de abuela pero el secreto es la originalidad en la producción (los jovencitos de MGMT recurrieron para eso a David Fridmann de Mercury Rev y Flaming Lips). Se puede combinar como cualquier torta infantil, usando desde M&M a granas de colores. Otro gran punto en común entre MGMT y las cupcakes: son un hype, todos quieren probar… y a todo el mundo le gustan. Oracular y espectacular.
8. Torta galesa. Musicalizado con… Super Furry Animals
La torta galesa es (acompañante obligado del ritual del té de ese origen) uno de esos postres emblemáticos, de adopción de la cultura inmigrante (en este caso la colonia galesa) que se instaló en la Patagonia argentina. Gruff Rhys, el cantante y líder de esta banda de pop psicodélico nacida en el mismísimo centro de Cardiff lo sabe bien: visitante frecuente del Sur argentino hasta actuó en una película rodada en el país, un “acid Western”, sobre los galeses en Gainman y el resto de Chubut. Qué mejor entonces que su pronunciación peculiar en inglés y los sonidos de cuerdas originales e inesperados, para acompañar la preparación de este bizcochuelo de bizcochuelos (con esa sorpresa que le dan el clavo de olor, el oporto, el azúcar negra y las ciruelas). Y si bien es cierto que preparlo no lleva tanto tiempo, lo bueno es dejarlo estacionar tanto cuánto la glotonería permita: como las canciones noventosas de Super Furry Animals, las buenas tortas galesas tienen en el poder de autoconservación uno de los atributos que los hacen más sabrosos.
9. Pollo al curry. Musicalizado con… Slumdog Millonaire (banda de sonido)
Lamentablemente, esta nota, esta revista viene sin perfume: porque un perfume de curry vale más que 720 caracteres. La banda sonora es previsible es cierto, pero su caos urbano y sus influencias mezcladas (la chica de Sri Lanka, M.I.A, seleccionada por el propio director británico Danny Boyle, y el resto de los temas del hindú A. R. Rahman) aportan ese exotismo de este plato global. Si bien el curry se agrega recién al final de la preparación, lo inunda todo con su espíritu de manjar bastardo traído de la colonia y adopatado por el reinado. Quizas sería bueno pensar en un gin tonic (bebida inglesa con tónico hindú) pero esta nota refiere a platos hechos en casa y el trago es mejor ir a buscarlo al bar Bangalore.
10. Risotto de quinoa. Musicalizado por… Bob Dylan
Acaso el máximo compositor de canciones del siglo XX y un conspicuo vegetariano, Bob Dylan nos ofrece cualquiera de los discos de su reciente tetralogía (Time out of Mind, 1997, Love and Theft, 2001; Modern Times, 2006; Together Trough Life, 2009) para amenizar la preparación de este clásico de la cocina veggie: sofreir la quinoa al estilo risotto, agregándole de a poco el caldito de verduras picadas… Blues intenso, rock sentido, con una mezcla de sabores fuertes (ajo, champignones, berenjenas) que ameritan un chardonnay (aunque los veganos puros le esquivan al jugo de uva). De fondo bien podrían haber sonado las canciones de Morrissey (el elocuentemente titulado Meat is Murder, liderando a The Smiths) pero el gran Bob impuso su autoridad y sus para un clásico de las proteínas y valores nutricionales.